LÓPEZ OBRADOR BRINCA LA DELGADA LÍNEA DEL GOBIERNO LAICO

A finales del 1940, el país se lamía las heridas de la guerra religiosa de la Cristiada.

Había pasado por un enfrentamiento entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y el Vaticano, que terminó con un baño de sangre, y terminó en nada. Una guerra donde perdieron todos.

Había pasado apenas, el gobierno Lázaro Cárdenas, un individuo alejado de la Iglesia, pero no enemigo.

Los políticos, se cuidaban de que no se les viera practicando el culto religioso, y evitaban confesar su militancia católica.

Así, había un gobierno, cuyos funcionarios tenían prohibido tocar en público el tema religioso.

A diferencia de Cárdenas, el general Ávila Camacho era un individuo relajado, y se le conocía como el presidente Caballero.

Así, causó estupor en la clase política, y simpatías por parte de los católicos, cuando declaró en público: «Soy Creyente».

La censura de la clase política fue unánime.

El General ya no tocó el tema públicamente, el resto del sexenio.

Y no fue sino hasta los inicios del Siglo XXI, cuando Vicente Fox, al estilo de algunos gobernantes sudamericanos, acudió a un Tedeum en la Basílica de Guadalupe.

Además, Fox saludó al Papa, no como mandatario, sino como feligrés, al hincharse ante Juan Pablo II, algo que apenó y enojó a los liberales mexicanos.

Hoy nos sorprende López Obrador, con su militancia religiosa en la Iglesia Evangélica, que se refleja en sus discursos y ceremonial oficial.

Primero nos sorprendió, al convertirse el primer presidente, que se niega hacer el tradicional saludo a la bandera, lo que de ningún modo lo aprobaron las fuerzas armadas, cuando ven que su comandante supremo se niega a rendirle honores al lábaro patrio, algo que causaría baja, seguramente, de cualquier miembro del Ejército, que incurriera en esa falta.

Luego de discursos de pastor eclesiástico, donde habla del amor prójimo y la necesidad de ser un hombre bueno, que no ofenda a sociedad, y por supuesto, a la divinidad, nos resulta con que va a proclamar un código moral para que los hombres sean buenos y virtuosos.

Sé. De la impreparación del tabasqueño, que muy poco debe saber cuánta sangre derramaron los mexicanos para separar las funciones y asuntos de gobierno con los religiosos, pero podría estar jugando con fuego.

Y poco van a tardar los católicos, que son aplastante mayoría en este país, que lo podrían dar la espalda por su militancia en las iglesias evangélicas.

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