Me ha tocado convivir, en no pocas ocasiones, con los líderes y feligreses de la Luz del Mundo, donde tengo varios amigos.
Por supuesto, que desde hace décadas, he escuchado los rumores de abuso de poder, no sólo de Naasón Joaquín, sino también de su padre y su abuelo.
La detenciónde Naasón Joaquín, líder de la Iglesia La Luz del Mundo, reviste una gran importancia, dado que impacta a centenares de miles de miembros de esa comunidad, que tiene presencia en unos 50 países, y las graves acusaciones que pesan sobre él, ya se conocían en Guadalajara, pero nunca se procedió siquiera a una investigación oficial, lo que deja mal parada la justicia mexicana.
Me tocó ver a Naasón, siempre rodeado de doncellas, niñas no mayores de 17 años, que atendían al dirigente hasta en la más mínima necesidad, como espantarle las moscas y limpiarle una gota de café en la comisura de los labios.
Al anterior líder, me tocó verlo en el automóvil con sus doncellas, cuando le solicité una entrevista y no me la concedió, porque iba hacia Puerto Vallarta a labores de apostolado.

Pero siempre les concedí la gracia de la duda.
Me tocó presenciar escenas que enchinaban la piel, cuando niñas, jóvenes, mujeres y hombres, lloraban de emoción por tener cerca al apóstol de Cristo, al que le besaban las manos y lo colmaban de manifestaciones de amor.
Eso alejaba mis dudas, pero éstas regresaban, con mayor fuerza, cuando personas serias afirmaban que se trataba de un abusador.
Hoy estoy impactado con la noticia, y me da tristeza por mis amigos de la comunidad y por cientos de miles de personas que ven en Naasón, el enviado de Cristo.
Hoy, la comunidad de la Hermosa Provincia está triste, desesperada y confundida por lo que está ocurriendo.
Culpable o no, el líder religioso, yo rescato el valor humano de una comunidad ejemplar.
Siempre he pensado, que, como ciudadanos, debíamos imitar el orden y el comportamiento de los miembros de la iglesia.
No todo está mal. Hay mucho de rescatable en este grupo humano.