EL MITO DE LA REVOLUCIÓN Y ALGUNA QUE OTRA INCONGRUENCIA

Con motivo de la conmemoración número 209 del inicio de lo que comúnmente la historia señala como Independencia de México amables lectores me permití, en este mismo espacio, tratar de explicar el porque es un mito el tema de la Independencia de México de España.

Esta semana que se conmemoró el 109 Aniversario de la llamada Revolución Mexicana, toca el turno de ver algunos de sus mitos, advirtiendo al amable lector que los mitos sirven para dar explicaciones no para encontrar verdades.

Quizá el mito que más ha arraigado la historia oficial es el de vender a Porfirio Díaz como el malo de la película: “El dictador”, no fue del interés de anteriores gobiernos hablar de que José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, si ese, el de la Sierra de Ixtlán, Oaxaca, el mismo que ingresó al Seminario de ese estado, el que estudió leyes en el Instituto de Ciencias y Artes donde fue alumno de Benito Juárez, fue el mismo personaje con el que culminaron 70 años de matarnos entre nosotros.

Parece que no era conveniente recordar que Díaz venció a lo que quedaban de tropas de Maximiliano en abril de 1867, que pacificó a México, que tuvo un gobierno estable, que en su época México se industrializó, que impulsó a México al progreso, sin embargo, resultó ser el antagonista perfecto para con este mito justificar “la necesidad” de una revolución.

Veamos, una de las causas principales del inicio de una gesta revolucionaria se presenta con el objetivo del derrocamiento de un tirano o de un dictador, si damos por cierto que el 20 de noviembre de 1910 empezó esta lucha y que culminó con la promulgación de la Constitución mexicana el 5 de febrero de 1917, me pregunto que tuvo que ver el General Díaz con esa “revolución”?, ya que el villano Díaz se embarcó en el buque propiedad de la empresa Hamburg-Amerikanische Packetfahrt Aktien Gesellschaft (Hapag), denominado Ypiranga el 31 de mayo de 1911, es decir, tan solo cinco meses después del estallido revolucionario el tirano ya no estaba en el poder, entonces porqué terminó esta lucha 7 años posteriores a la partida de Porfirio Díaz si el objetivo ya estaba cumplido? Primero se murió Porfirio Díaz que terminar la revolución.

Eso si damos por veraz que en la emblemática fecha del 5 de febrero hubiese terminado la “revolución”, ya que es sabido que la Constitución del 17 fue producto de una victoria de una sola facción de los revoltosos, solo los partidarios de Carranza, los derrotados y sus huestes como villistas, zapatistas y alguno que otro maderista inconforme, no apoyaron del todo ese texto constitucional.

Lo cierto es que la “revolución” se puede resumir en una historia de traiciones:
Huerta a Madero, Orozco a Madero, Zapata y Villa a Madero, Bernardo Reyes traicionó a Madero, Carranza a Zapata, Obregón a Carranza, Calles a Obregón, Obregón a Villa y Cárdenas a Calles.

Pareciera que esta “revolución” con un Dictador o tirano que derrocar se asemejaría más a una “guerra de guerrillas” o a una confrontación “todos contra todos”, donde este personaje siniestro ya no figuraba para nada, recordemos que Díaz muere en 1915, es decir, primero dejó la vida “el tirano”, que los guerrilleros dejar las armas.
Empero, para que el mito cuadre, y fijado ya el antagonista de esta historia, debemos encontrar al protagonista de nuestra “revolución”, y quien mejor que Madero para representar el papel, pero con Díaz en el exilio vamos a necesitar a otro(s) villanos que justifiquen la guerra civil, ¡desgastamos al anterior!

Ya Javier García Diego señalaba con exactitud que a los mexicanos nos gusta encontrar siempre un culpable en nuestra historia y, en este caso, uno de los personajes ideales para sustituir a Díaz, fue el embajador norteamericano de esa época Henry Lane Wilson, quien unido a Victoriano Huerta hacían la dupla perfecta del mal, tan necesaria para dar congruencia al mito revolucionario.

Abunda el ex Presidente de El Colegio de México destacando que no hay que culparlo sólo a él. También encontró unas condiciones propicias para sus planes. Halló militares levantados, a un militar al frente de la Ciudad de México que traiciona a Madero; a un Presidente solo, con la clase empresarial y los hacendados en contra de él, que había perdido sus apoyos populares y a una clase media cansada del desorden.
Recordemos que 24 senadores de oposición y Lascuráin pidieron a Madero reunirse con él para exigirle su renuncia ante los rumores, desatados por el propio Lane Wilson, de que Estados Unidos invadiría México para mantener la paz.

Luego entonces tenemos ya la dupla perfecta de antagonistas para cargar la culpa a alguien de nuestros tumbos en busca de la democracia, que mejor que la ecuación Dictador-Estados Unidos representados por Díaz y Lane para cuadrar la historia.

El espacio es muy corto para narrar más mitos de este pasaje histórico del México querido, así que me detengo ahora en espera de que llegue otro año u otra revolución, lo que acontezca primero.

Por Juan Raúl Gutiérrez Zaragoza

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