Nunca me imaginé llegar a ver a un presidente que saliera de la solemnidad de la investidura presidencial, rompiera los protocolos establecidos y sobre todo, redujera a cero todos los problemas que padecemos sus gobernados con una solución repetitiva e insulsa: la honestidad.
Ningún presidente ha pasado 1 año culpando a sus antecesores de la problemática social y económica del país, este quijote tabasqueño no se ha cansado de decirle a 130 millones de mexicanos que nuestros molinos de viento son los conservadores, a los que hay que condenar por todos los medios, menos los institucionales, porque no se ha visto que a todos ellos se les sigan procedimientos legales para castigar sus excesos, seguiremos cinco años más chutándonos diario en las mañaneras, las aventuras de AMLO contra la “Mafia del Poder”.
Hoy tenemos un mandatario que no asume su responsabilidad de hacer frente a los graves problemas que tenemos en el país, combatir al crimen organizado, en primer término, “abrazos no balazos”, refiere, “los delincuentes también son seres humanos”, “fuchi, guacala”, sin que se vea claro cómo se va a enfrentar con seriedad, este flagelo que día a día crece sin control.
Asimismo, la economía contraída, el año pasado no crecimos y este año se augura un decrecimiento del 4 por ciento, el precio del petróleo en niveles preocupantes y el dólar disparado, ante la negativa de AMLO de permitir la inversión privada en el sector energético y sin un proyecto viable para salir del hoyo y crecer de nuevo.
Hoy, ante la amenaza que enfrentamos en materia de salud, ante la pandemia del coronavirus, nuevamente nos sorprende con sus soluciones mágicas: sus guardaespaldas son un par de escapularios de los que expresa: «Detente enemigo, que el Corazón de Jesús está conmigo. Pero no hay ni siquiera enemigos, son adversarios. Yo no tengo enemigos ni quiero tenerlos. El escudo protector es como el detente, es la honestidad, eso es lo que protege: no permitir la corrupción», esto, aunado a que una parte importante para solucionar el problema de salud en México lo contempla ¡A través de una rifa! Me hace pensar que tenemos un grave, gravísimo, problema en puerta.
O el presidente tiene “otros datos” de la mortandad y efectos del coronavirus en México o realmente es un indolente que abusa de su popularidad y que le sigue hablando a un amplio sector de mexicanos, creyentes del pensamiento mágico, y, como en los casos de seguridad y economía, minimiza sin tener la conciencia de que el manejo y resultados de esta amenaza real, no de sus molinos de viento, puede dar al traste con su popularidad y marcará su sexenio, que será recordado por ser un presidente que tenía en su mente una realidad diametralmente diferente a la de su país.